miércoles, 16 de junio de 2010

A 55 del bombardeo del 55

En la mañana del 16 de junio de 1955, efectivos de la marina de guerra y “comandos civiles” intentan sin éxito copar la Casa Rosada y tomar prisionero al presidente Juan Perón. El mandatario busca refugio en el edificio del ministerio de Guerra y se dispone a sofocar la rebelión. A mediodía, aviones la Armada bombardean y ametrallan la sede del gobierno y la Plaza de Mayo. Una de las primeras bombas estalla en el techo de la Casa Rosada. Otra, le pega a un trolebús lleno de pasajeros y mueren todos. Los aviadores subversivos lanzan nueve toneladas y media de explosivos.


Hay 350 muertos y 2 mil heridos. Setenta y nueve personas quedan lisiadas en forma permanente. Los agresores huyen hacia Uruguay, donde solicitan asilo político.

Los obreros salieron a la calle a pesar del pedido del General, al grito de “¡Perón, Perón!” Muchos fueron masacrados desde el aire o al quedar atrapados entre dos fuegos.

Por la tarde, los subversivos atrincherados en la Secretaría de Marina despliegan una bandera blanca que, de acuerdo a las reglas militares, sólo podía significar dos cosas: diálogo o rendición. El general peronista Juan José Valle y otros oficiales leales se dirigen al lugar para parlamentar, con instrucciones de ser tolerantes con los rebeldes. Cuando la comisión se acerca al edificio, la bandera blanca es arriada y una ametralladora los recibe con ráfagas de plomo.

Luego del bombardeo a la Plaza de Mayo, Perón no sólo no toma revancha contrariando el sentimiento de sus propios seguidores, sino que busca la pacificación interna.

Perón ofrece renunciar a la jefatura del movimiento peronista y mantener sólo el cargo de presidente de la nación. En búsqueda de la reconciliación, el general cambia a integrantes de su gabinete, sustituye al jefe de policía y se desprende de Raúl Apold, su jefe de propaganda. Al mismo tiempo, designa A John William Cooke como interventor del partido en la Capital Federal.

Sin embargo, la situación ha llegado a un punto sin retorno. Conservadores, radicales, nacionalistas liberales, comunistas y socialistas exigen la renuncia del presidente. El Ejército, la Marina y la Aeronáutica conspiran abiertamente y los “comandos civiles” se organizan. Tres meses después, Perón será derrocado por la llamada “revolución libertadora”, un antecedente de la ciénaga sangrienta instaurada en 1976.
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